Conformismo en la era digital:cómo pensamos frente la abundancia de información


Como seres curiosos, pero más aún como habitantes 24/7 del cyberespacio, consumimos toneladas ingentes de información a diario, lo cual a veces dificulta un poco distinguir la calidad y procedencia de aquello que consumimos. A veces, incluso con la mejor intención de adaptarnos a una dieta rica en información que valga la pena, se dificulta un poco la tarea de decidir qué consumir se trate de series, noticias o literatura.

Por esta razón puede que resulte efectivo confiar en el conocimiento y la curaduría de alguien más en cuyas manos podamos dejar la recomendación de aquel material que por su contenido, calidad o temática pueda llegar a interesarnos sin que esto tenga que depender indefectiblemente del algoritmo de recomendación de una red social que podrá pegarle en dos o tres sugerencias pero después de un tiempo termina por recomendarnos cualquier cosa.

Hace varios años, con el auge de los suplementos y revistas culturales, dicha tarea de recomendación estaba reservada al crítico, que con el tiempo y producto de hacer de su práctica un ejercicio demasiado autoritario y elitista en algunos casos, comenzó a ser desatendido por los lectores que más que encontrar en él un amigo que le instruyera sobre material interesante, como el librero, veía en él la figura de un detractor del arte.

Por eso quizá hoy simpatice más la idea del curador como alguien que consume todo tipo de material y, luego de una cuidada selección y puesta a punto, comparte para quien pueda interesarle. Esta idea trabajo casi artesanal en el que prima la selección, el encuentro de valor y posteriormente la divulgación me resultó realmente interesante y se asemeja bastante a la función del crítico definida por W.H. Auden en su ensayo sobre la lectura que puede leerse en El arte de leer: ensayos litararios.

Escribe Auden:


¿Cuál es la función de un crítico? En lo que a mí respecta, puede prestarme uno o más de los siguientes servicios:

(…) Lo que enfáticamente no le pido a un crítico es que me diga es lo que tengo que aprobar o desaprobar. No tengo objeción a que me revele qué autores le gustan o disgustan; de hecho, me resulta útil saberlo, porque, teniéndolo en cuenta con respecto de los libros que he leído, me prevengo de asentir o disentir de sus veredictos sobre los libros que no he leído aún. Pero que no busque imponerme su ley. La responsabilidad de lo que escojo leer es mía, y nadie en el mundo puede escoger por mí.

Y vos, ¿en qué manera crees que te puede ayudar la labor de un crítico, curador o periodista cultural?