Escribir sólo cuesta escritura



Writing organizes and clarifies our thoughts. Writing is how we think our way into a subject and make it our own. – William Zinsser

“Odio escribir, pero amo haber escrito”, dijo alguna vez la escritora estadounidense Dorothy Parker. Tan aguda como certera, la frase resuena en mi interior cada vez que me aboco al extenuante trabajo de edificar párrafos sobre oraciones que con pánico escénico asoman a la punta de mi lápiz.

Escribir, ya lo he dicho antes, se transforma cada vez en ese proceso agónico que no puedo esquivar pero que una vez transitado me regala esa sensación eufórica, casi ciclotímica, que produce el haber terminado un artículo.

Y es que el haber escrito, aunque no sea lo mejor que he hecho, genera ese orgullo que uno exhibe como cuando era adolescente y salíá a las calles a presumir la remera de su banda favorita, porque mis artículos, como mi banda, son parte mía y le dicen al mundo “esto soy”.

Pero aunque escriba artículos y ahora tenga un blog dedicado a ello no lo hago sólo para publicar: escribo para entender. Lo hago para tratar de explicarme aquello que me resulta complejo, para no olvidarme, para expandir los límites de mi curiosidad, para comunicarme, para reflexionar sobre mis ideas pero también cuando no tengo muy claro cómo están conformadas esas ideas dentro de mi cabeza.

Escribir es un ejercicio diario, es la gimnasia de los pensamientos y, aunque muchos hayamos migrado de la hoja a la computadora, siempre vuelvo al papel y al lapiz en donde siento que puedo volver tangibles mis conceptos.

Por eso digo que la escritura es como una navaja suiza útil para múltiples tareas aunque a menudo se la considera esa habilidad propia de escritores y académicos. Nada más alejado de la realidad cuando se trata de una de las principales herramientas que tenemos para comunicarnos en el día a día.

“Escribir es una habilidad básica que necesitamos para vivir, es pensar en el papel”, analiza el editor y crítico literario William Zinsser en su libro Writing to learn. Es la herramienta más últil que tenemos para desmenuzar abstraccines, para expandir conceptos, para entender el mundo en que vivimos y para hacer sencillo lo complejo.

Encadenar oraciones coherentes puede parecer complejo pero es la contraparte tangible por medio del cual se desenvuelven nuestros pensamientos. Con práctica y de manera asidua, incluso imitando, como sugiere el mismo Zinsser, podemos ser capaces de abrirnos las puertas hacia infinitas áreas de conocimiento.

Y en ese proceso diario de amontonar oraciones vamos edificando como artesanos las bases de lo que somos: ese conjunto de ideas que van tomando forma de la experiencia, del intercambio con los otros, de lo que vemos, oímos, leemos y vivimos, de lo que aprendemos luego de poner en palabras la inmensidad del mundo.



Vos, ¿para qué escribís?

“Over the years I’ve written or edited hundreds of articles on subjects I had never previously thought about. No other job could have exposed me to so many areas of knowledge. I’ve found that their ideas were never so specialized that I couldn’t grasp them by writing about them or by editing someone else’s writing about them: by breaking the ideas down into logical units, called sentences, and putting one sentence after another.” --- William Zinsser on Writing to Learn