¿El medio es el mensaje?

Estuve pensando estos días en el uso que le damos normalmente a las redes sociales y en lo demandante que es crear contenido si eres escritor, periodista o difusor de contenido en general.

Para el que haya leído mi breve perfil en este blog sabrá que soy periodista. Elegí esta carrera porque sentía que me permitiría ahondar en una gran diversidad de temáticas y comunicar mis descubrimientos y todo aquello que me resultase valioso en alguna medida para alguien más.

Nunca tuve la intención de poner el acento en mí o en obtener un protagonismo superior a los acontecimientos o información que me interesa comunicar. Sin embargo, con el devenir tecnológico y de las redes sociales en la última década siento que el foco se ha corrido desde la información hacia los medios o, peor aún, hacia los comunicadores o periodistas.

Parece que no importa qué se dice sino más bien quién lo dice. Esto realmente me genera algo de molestia en cuanto al ejercicio del periodismo en sí porque ya no se trata de incluir la mirada de quien escribe, algo tan fundamental en géneros como la crónica o el blog personal, como es este, sino de un afán de protagonismo que tiñe y desgasta el oficio hasta volverlo en cierto punto hartante y esto lo digo como audiencia.

Todo esto sumado a la necesidad de generar contenido 24/7 para no perder relevancia ha conducido a un exceso de información justamente irrelevante y vacía de sentido o utilidad.

Y sin ser ingenuos claro que la audiencia demanda entretenimiento e información constante y hay que hacer frente a esa demanda, pero me pregunto ¿qué bien puede hacer publicar un post tras otro sólo por el hecho de cumplir con la auto exigencia de un agenda diaria?

Ocurre mucho en sitos como Medium, que si bien aportan artículos de gran valor y calidad, generalmente se puebla de posteos o “listas” que repiten contenido o simplemente no dicen nada por estar llenos de palabras vacías que introducen un contenido que nunca llega pero que satisface la cantidad de caracteres requerida para que la “inteligencia” del buscador nos recomiende leer ese cúmulo de palabras vacías.

Todos somos presa fácil de este tipo de contenido tanto a la hora de la lectura como al momento de escribir nuestro material.

Y quizá sea mi propia nostalgia por los blogs de antaño o también que estoy un poco saturada por las redes sociales, pero cómo extraño la sensación de leer en aquella época en que se notaba con ganas el esmero y entusiasmo del escritor a la hora de entregar a su audiencia un producto de calidad, cuidado, curado especialmente porque **de lo que se trataba era de compartir un pedacito de conocimiento**, esa piedra preciosa hallada tras horas y horas de investigación y búsqueda concienzuda.

Tal vez sea por eso también que me cuesta mantener cierta continuidad en mis propios artículos, porque la dictadura de las redes y sus tiempos hiper frenéticos son enemigos irreconciliables frente a lo que considero que vale la pena compartir por estos lares.

Sepa tener paciencia.